domingo, 29 de agosto de 2010

Susana Rojas


Perros en la costa (Oleo)



Los Isleros - (Oleo 105 x 80)

lunes, 3 de mayo de 2010

Amelia Shepard



Habia...




Se separaron una noche de tormenta, la mar embravecida azotaba su barca.

Ella llevaba a su hijo en su vientre, el no lo sabia.

Ella había nacido del agua del río, de la tierra que flotaba en esas aguas, la corriente la había llevado a sus horillas, y la tierra le había dado forma.

El era hijo del fuego, tormenta de truenos, esclavo de la tierra y el sol.

Escapaban juntos, escapaban del destino, escapaban del tiempo, pero no sabían que escapaban de ellos mismos.

Corrían juntos, o eso creían, eso intentaban, pero la mar los arrastraba, la corriente los separaba, la tormenta los enceguecía.

Y así, sin darse cuenta, una ola los separo, los llevo a tierras muy distintas, a tiempos diferentes, a espacios muy lejanos que no hubieran de cruzarse.

Al cesar la tormenta el sol salió, no para ellos, eso ya no importaba, el sol ya no los abrigaba, el sol ya no los unía, ya no estaban bajo el mismo sol. El tiempo se había modificado, él vivía en un pasado muy remoto, un pasado en el que ella nunca había vivido, nunca había existido, donde el no recordaría ya a quien había amado, a quien había engendrado, ni a quien había perdido. Ella había flotado hacia el futuro, a un futuro sin tiempo, a un futuro sin sol, a un futuro donde ya no sentiría, donde ya no flotaría, donde ya no pensaría ni preguntaría, un futuro, donde solo existiría.

El portal se había cerrado, lo habían perdido, no lo habían visto. Ante aquella tormenta ennegrecida, no habían hallado su luz, se habían cerrado en si mismos, sus fantasmas los habían atado, encerrado, el viento del orgullo los había ido comiendo, tragando, sumergiendo cada vez mas, y fue allí que se olvidaron, fue allí que el portal se cerro detrás de ellos, que su jardín quedo tan lejos…que finalmente y sin cuidados, su retoño falleció, ya no quiso ser. No había lugar para el.

Y así pasaron sus miserias, así paso el tiempo, así las aguas corrieron, ya no con ellos ni para ellos, las mismas aguas parecían haberlos olvidado. La tierra que les había dado vida, los había rechazado, los había negado, sus frutos ya no eran para ellos, ellos ya no los comerían, no sabrían como, no lo habían sabido cuando pudieron, ahora el recurso ya no estaba.

Él perdido en el tiempo, ella sentada sobre el.

Ya nunca verían la luz… pero..un dia, un dia de lluvia, un día que el agua y la tierra se juntaron, sin saberlo, los recordaron, sin saberlo la lluvia regó las semillas que la tierra ya daba por muertas luego de la larga sequía, y casi sin sin saberlo, sin quererlo, ese retoño busco el sol, le hablo al sol. Y al hacerlo, respiro por primera vez, exhalo el oxigeno, dio vida al viento. Y el viento que no sabe callar, llevo como un suspiro, su mensaje escondido:

Había habido una vez, habían sido ellos, habían desafiado el tiempo, habían volado con el viento sobra la tierra. Y el portal se había abierto devuelta. En sus memorias había caído el recuerdo de esos tiempos, en sus cuerpos habían sentido luz, un vez hacia mucho tiempo. Hacia mucho tiempo atrás, o adelante, el tiempo ya no era tiempo, había desaparecido, el agua se lo había llevado, y otra vez ante ellos, su jardín, su retoño con flores naranjas ahora, agradecía a la tira que lo halla albergado, a la lluvia que lo halla despertado, al sol que lo abrigara y al viento que lo hubiese echo su canción.

Y así al entrar ellos a su jardín, el con sus ojos de miel transparentes, mezcla de la tierra y el sol, ella con sus ojos de agua que volvían a reflejar el cielo, se encontraron frente a frente, cubiertos de luz, su desnudez abrigada por el viento calido de una primavera de otro tiempo. Sus miserias habían florecido, flores rosas traían ahora, y tréboles de cuatro hojas brotaban entre sus pies. Su camino volvía a abrirse, para transitarlo juntos, de la mano, ya sin tormentas. Noches de luna le auguriaban ahora los murmullos de los árboles. Su tiempo había llegado, ya no sabían hasta cuando, ya no querían controlarlo. Solo mirarse, solo sentirse, mudos estaban, ya no hacían falta palabras, no querían encerrarse, no querían perderse, no querían, solo sentían. Y que el tiempo, si volvía, trajera o se llevara lo que tuviera que ser, solo por este dia, la vida ya tenia sentido. Sentido para ellos, sentido para sus caminos, porque bien sabían que este dia no iría a prolongarse eternamente, no habían nacido para estar juntos, pero si habían muerto por no saber estarlo. Y eso era lo único cierto hoy. Ya solo caminarían juntos mientras sus manos estuvieran juntas, mientras sus ojos miraran hacia adentro reflejando ese jardín. Y mañana… mañana todavía no llegaba, el río lo había llevado lejos, para ellos. Ahora solo había que nadar, flotar y a ver a donde los llevaría el río. Aguas abajo tal vez…



jueves, 11 de febrero de 2010

domingo, 2 de noviembre de 2008

Obras expuestas el 2 de noviembre

Abel Fornaciati














Mario Ivani


Ceferino Miranda


















Marina Bianco


miércoles, 29 de octubre de 2008

transformación



















la metamorfosis es lenta y continua....
...un pecesito va sufriendo la transformación por ir consumiendo
productos toxicos... todo su organismo se va modificando
hasta ser mimesis de lo que consume...............

viernes, 17 de octubre de 2008